Una ciudad para todos: ¿objetivo o utopía?

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Así como nuestro entorno más inmediato, “íntimo”, suele resultarnos completamente amigable, adaptado a nuestras necesidades, ¿podemos esperar que nuestras ciudades se nos presenten también amigables?
3 de diciembre de 2023
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David F. Müller

Cuando nos desempeñamos cotidianamente en nuestra casa, ejecutamos sin darnos cuenta, un sinnúmero de actividades y tareas de mayor o menor dificultad o complejidad. Podemos

Estas acciones están tan naturalizadas en nosotros que las ejecutamos sin reparar en esa dificultad o complejidad. Por otra parte, el entorno de nuestro hogar es, podríamos decir, “amigable”. Tenemos en nuestras casas todo dispuesto para poder hacer un “uso y goce” de nuestro hogar sin mayores contratiempos.

Los espacios de la casa, los accesos, el tamaño, la configuración, la disposición y la ubicación de los muebles, los aparatos como la TV, la computadora, el teléfono, los electrodomésticos, los utensilios como cubiertos y artículos de higiene personal con determinadas características de tamaño, forma, textura, configuración, la información de nuestro entorno y la comunicación con él y con los otros miembros de nuestra familia que lo utilizan; todo ello está en nuestra casa dispuesto de una manera que nos facilita la vida diaria.


¿Podemos decir lo mismo de nuestra ciudad?

La ciudad, es decir nuestra “casa común”, en donde realizamos diariamente toda nuestra vida en comunidad, tiene también ciertas características que nos facilitan o nos dificultan la realización de actividades y tareas de mayor o menor complejidad.

Deambular, trabajar, estudiar, pasear, acceder a diversos sitios, utilizar servicios como el transporte público, hacer un trámite, realizar actividades de esparcimiento, deportivas, recreativas, son algunas de las acciones que regularmente realizamos en nuestra ciudad, o en cualquier ciudad que estemos visitando circunstancialmente.

Sin embargo, a diferencia de nuestra propia casa, es habitual que en el “uso” de nuestra ciudad nos encontremos con dificultades, barreras, impedimentos de diversa índole que atentan contra la facilidad, la seguridad, la efectividad, la simpleza, la rapidez en ese “uso y goce”.

Así, actividades tan simples como ir al cine, hacer un trámite, ir de compras, suelen tornarse odiseas cuando nuestra ciudad nos pone barreras u obstáculos en algunas formas a veces evidentes y manifiestas, otras veces más sutiles y veladas.

Cuando de barreras se trata, no debemos pensar solamente en el aspecto físico que encierra esta idea. Es cierto que las barreras físicas pueden dificultarnos o impedirnos acceder a un sitio, circular por él. Pero también existen otro tipo de barreras, a veces no tan evidentes, que pueden ser más determinantes aún que, por ejemplo, la ausencia de una rampa.

Las dificultades en el acceso a la información, en el establecimiento y desarrollo de la comunicación, en la ejecución de un procedimiento, suelen presentársenos a veces muy difíciles si nuestras características personales y las características de los objetos, dispositivos, procedimientos, medios, no resultan del todo compatibles.

La actitud de las demás personas, manifiesta o velada, frente a nuestras características personales, es también a menudo una barrera a enfrentar cuando intentamos desenvolvernos en nuestra ciudad. Las personas, individuos o instituciones, tenemos arraigadas nuestras costumbres, ideas, formas de proceder, posiciones frente al otro, que en muchas ocasiones son claras barreras para ese otro.

Frente a ello, no nos olvidemos que la ciudad la hacemos las personas que vivimos en ella, la vamos moldeando día a día. En ese sentido: ¿qué tanto hacemos para que nuestra ciudad sea amigable, disfrutable, accesible, para que sea una ciudad para todos?


Una ciudad “humana”

A esta altura, es indispensable pensar en la diversidad como característica inherente al ser humano. Así como somos diversos en nuestra manera de pensar, de vestir, en nuestras creencias, también somos diversos en cuanto a nuestras características físicas, sensoriales, cognitivas, anímicas y la funcionalidad que estos aspectos conllevan. Somos diversos funcionalmente puesto que cada uno de nosotros nos desempeñamos (“funcionamos”) de manera diferente, diversa, según nuestras propias características.

De modo que, si pensamos en una ciudad para todos, ese “todos” implica la más amplia diversidad de “maneras de funcionar”. Por lo tanto, a la hora de pensar y hacer nuestra ciudad, debemos hacerlo considerando que el diseño de los espacios, bienes, servicios, productos, dispositivos, contenidos, debe ser lo más “universal” posible, al igual que la posibilidad de acceso y uso de estos.

Esta universalidad, que implica pensar en todos, en el conjunto, teniendo en cuenta la inmensa diversidad humana, requiere ir paulatinamente eliminando las barreras existentes –de toda índole- y avanzando hacia un estado de “accesibilidad universal”.

Por supuesto que esto es una responsabilidad colectiva, aunque es cierto que hay personas e instituciones sobre las que recae una mayor y más específica responsabilidad. Los dirigentes en general, y los gobernantes en particular, son (somos) un sector específicamente vinculado a la responsabilidad de que nuestra ciudad sea accesible, sea para todos.

Cada decisión que se toma, en cualquier aspecto del quehacer de nuestra ciudad, debería procurar en lo posible, satisfacer al conjunto y tener en cuenta las diferencias individuales, la diversidad. Lo mismo ocurre con nuestra actitud individual al respecto.

Desde decidir una política estructural respecto a la accesibilidad, hasta estacionar nuestro vehículo sin obstaculizar, todo ello hace a que nuestra ciudad sea –o no sea- para todos.

Para aportar a la reflexión respecto a este tema interesante e imprescindible para un libre ejercicio de nuestros derechos como ciudadanos, hemos querido desde Fundación Nexos inaugurar este espacio que irá mostrando, desde diversos enfoques, la cuestión de la accesibilidad universal y la diversidad funcional como aspectos transversales a todo el quehacer de nuestra ciudad y de nosotros, los individuos que la transitamos.

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